El viento reposa, inmóvil. Está tensionado, como si fuese un barco viajando en oposición a la marea. Las plantas de mis pies permanecen ásperas ante la luz suave de la lámpara. Me coloco en el balcón para apreciar bien el negro silencioso, solo en el fondo danza el sonido de los chismes de la luna, contando a las estrellas lo que ha visto en mis pupilas. Y divago. Comienzo a ahuyentar la lógica. Intento chasquear con los dedos de mis pies. No puedo. Me propongo forzar mi meditación, a burlarme de la inspiración. Excavo en mi cerebro con palitas de juguete, imagino cosas dulces y otras un tanto amargas. ¿Que pasaría al observar un funeral ajeno, como extra en un filme sin saberlo? Viendo sin morbo como caen las lágrimas de los personajes pixeleados. Al parecer no soy un extranjero total al suceso; estoy presenciando el entierro de mi paciencia, ahí tirada y vestida de moda en una caja hecha a mano. Mi familia y mis amigos titubean al verla bajar, azotándola con rosas teñidas. Joder, esto es demasiado cliché. Los invitados se transforman ante mí, se les salen los huesos por la piel. Finjo estar atónito frente a lo que parecería un mural de Rivera. Sueltan carcajadas enredadas que a mi oído suenan maléficamente musicales. Todos me apuntan con los dedos afilados, aventando tierra con sus tacones. Malditos ellos y maldito mi suplicio. ¿Quién fuera ciego para evitarse la burla? El sol se pone y el grupo se traslada; han oído de un bar cercano donde los chicos andan sin camisa y beben demasiado. Suena tentador. Me interrumpo a mi mismo sólo para decir que me fascina ver de cerca la tinta tomar forma y secarse mientras se escurre de la pluma. Intento imaginar que la pluma no existe y puedo escribir con mis dedos. Narciso. Se termina de enroscar el frio sobre mis piernas y me obliga a llevarme las rodillas al pecho. Soy tentado a desistir de esto, pero me resisto unos renglones más. Espero seguir así, que esto me sirva de algo. Me quito mis lentes invisibles y aflojo el moño inexistente que envuelve mi pescuezo. Hoy es miércoles, seis de diciembre. Nueve veintiocho de la noche. Gracias por presenciar mis estupideces y berrinches pseudo-intelectuales.
-Do I contradict myself? Very well then, I contradict myself. I am large, I contain multitudes.-
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